La relacion perfecta


15 de septiembre 2009
       Imagínate una relación perfecta. Siempre te sientes feliz con tu pareja porque vives con el hombre o con la mujer perfecta para ti. ¿Cómo describirías tu vida con esta persona?, bien, la manera en que te relacionas con ella será, exactamente, la manera en que te relacionas con un perro. Un perro es un perro y hagas lo que hagas, seguirá siendo un perro. No puedes convertir un perro en un gato o en un caballo; es lo que es.
       Aceptar este hecho en tus relaciones con otros seres humanos resulta fundamental. No es posible cambiar a las personas, las amas tal como son; las aceptas tal como son, intentar cambiarlas para que se ajusten a lo que tú quieres que sean es como intentar que un perro se convierta en un gato o que un gato se convierta en un caballo. Es un hecho: son lo que son y tú eres lo que eres. Bailas o no bailas, es necesario que seas completamente sincero contigo mismo: decir lo que quieres y ver si estás dispuesto a bailar o no; entiéndelo bien, porque es muy importante, cuando realmente comprendas, probablemente serás capaz de ver lo que es verdad para los demás y no sólo lo que tú quieres ver. Si tienes un perro o un gato, piensa en cómo te relacionas con él, supongamos por ejemplo, que es un perro. El animal sabe qué hacer para tener una relación perfecta contigo, cuando tu perro hace algo mal ¿cómo reaccionas ante él? A un perro no le importa lo que tú hagas; sencillamente te ama. No tiene ninguna expectativa. ¿No es maravilloso? Pero ¿qué ocurre con tu novia, tu novio, tu marido o tu mujer? Tienen muchas expectativas y cambian continuamente.
       El perro es responsable de la mitad de su relación contigo, esa mitad de la relación, <>, es completamente normal, Cuando llegas a casa, te ladra, mueve la cola y jadea porque se siente muy feliz de verte, hace su parte realmente bien y tú sabes que es el perro perfecto. Tu parte también es casi perfecta, te ocupas de lo que es responsabilidad tuya; lo alimentas, cuidas de él, juegas con él. Le quieres incondicionalmente; harías casi cualquier cosa por tu perro, desempeñas tu parte perfectamente y él la suya con la misma perfección.
       La mayoría de la gente es capaz de imaginarse con facilidad este tipo de relación con su perro, pero no con una mujer o con un hombre. ¿Por qué? ¿Conoces a alguna mujer o a algún hombre que sea perfecto? El perro es un perro y tú lo aceptas así. No necesitas responsabilizarte de él para que sea un perro. El perro no intenta que tú seas un buen ser humano, un buen amo, entonces, ¿por qué no somos capaces de permitir que una mujer sea una mujer y que un hombre sea un hombre y amar a ese ser humano tal como es sin intentar cambiarlo?
Sabes, resulta fácil querer al perro porque él no opina acerca de ti. El perro te ama incondicionalmente. Esto es importante. Por lo tanto, si tu pareja te ama tal como eres y  te ama del mismo modo que el perro , entonces Puedes ser tú mismo con tu pareja; ser simplemente un hombre o una mujer, al igual que el perro puede ser un perro contigo.
       Pero imaginemos que te compras un perro y adoras a los gatos. Quieres que tu perro se comporte como un gato e intentas cambiar al perro porque nunca dice: «Miau». ¿Qué estás haciendo con un perro? ¡Búscate un gato! Esta es la única manera de empezar una relación maravillosa. En primer lugar tienes que saber lo que quieres, cómo lo quieres y cuándo lo quieres. Tienes que saber exactamente cuáles son las necesidades de tu cuerpo, cuáles son las necesidades de tu mente y qué se adapta bien a ti.
Por supuesto, detente a reflexionar en lo que significa tener buenos y malos momentos. Si un mal momento significa ser maltratado emocional o físicamente, no debería continuar en esa relación. Pero si pasar un mal momento significa que uno de los dos ha perdido el trabajo o tiene problemas laborales o que ha sufrido un accidente, eso es otra cuestión. Ahora bien, si los malos momentos provienen del miedo, de la falta de respeto, de la humillación o del odio, evidentemente nadie debería ser capaz de sobrevivir una pareja.
       En la relación con tu perro puedes tener un mal momento. Llegas a casa y allí está el perro ladrándote, moviendo la cola y buscando tu atención. No tienes ganas de jugar con él, pero el perro sigue ahí. Si tú no quieres jugar, él no se sentirá herido porque no se lo toma como algo personal. Una vez que haya celebrado tu llegada y descubierto que no quieres jugar con él, se pondrá a jugar él solo. No seguirá insistiendo en que seas feliz.
       Hay veces, incluso, en que te sientes más apoyado por tu perro que por nuestra  pareja. Si no tienes ganas de sentirte feliz y sólo quieres permanecer tranquilo, no es nada que haya que tomarse como algo personal. No tiene nada que ver con tu pareja. Quizá tienes un problema y sólo necesitas estar tranquilo. Sin embargo, tu silencio puede llevar a que tu pareja haga muchas suposiciones: «¿Qué le he hecho ahora? Es por mi culpa». No tiene nada que ver con tu pareja; no es nada personal. Si te deja en paz, la tensión se desvanecerá y volverás a recuperar la felicidad.
       Esa es la razón por la que la llave tiene que encajar en la cerradura, para que en el momento en que uno de los dos atraviese una mala racha o una crisis emocional, salga a relucir nuestro acuerdo de permitirnos mutuamente ser lo que somos. De este modo, la relación es algo distinto; tiene otras características y puede ser algo realmente bello en su totalidad.
Puedes establecer un acuerdo que diga: «Me gustas; eres maravillosa y me haces sentir muy bien. Yo traeré las flores ( Además de las Soleras) y tú la música suave. Bailaremos y ambos nos elevaremos hasta las nubes». Es precioso, es maravilloso, es romántico. Ha dejado de ser una guerra de control; ahora se trata de servirse. Pero sólo es posible hacer esto cuando el amor que te tienes a ti mismo es muy profundo.
      ¿ Entonces Perro o Gato Cuál es el ideal para ti ?